Las uniones de crédito son instituciones reconocidas a nivel mundial como pilares del desarrollo económico y del sistema financiero de muchos países por el apoyo integral y espíritu de servicio que proveen a sus asociados, a quienes reúnen y asocian coadyuvando a una cultura fiscal, de formalidad y modernidad empresarial, demostrando ser vehículos idóneos para la realización de los programas de fomento gubernamentales.
El fenómeno de la globalización, propició que en el sistema financiero el nivel de bancarización del país fuese cada vez mayor, diversificando los instrumentos financieros e incrementando las modalidades de comercialización. En este contexto y aún con sus limitaciones, las uniones de crédito han sido capaces de satisfacer las necesidades de financiamiento de un sector muy importante de la economía mexicana: las pequeñas y medianas empresas (pymes). Debido a su desempeño, además, las Uniones han vuelto a ser intermediarios elegibles de la banca de desarrollo, con la que, según sus propias cifras, no tienen cartera vencida.
Por la importancia que tienen y han adquirido a través del tiempo en el sistema financiero mexicano como grandes impulsoras del desarrollo económico e industrial en México, surgió la necesidad imperante de REGULAR la figura de las UNIONES DE CREDITO. Dicha Ley vino a modernizar, fortalecer, desarrollar y promover a las Uniones de Crédito como una nueva opción de organización regulada e integrada del sistema financiero mexicano.
Así es como en los últimos años este sector ha vivido una nueva etapa institucional, impulsando su estructura, cumplimiento regulatorio y organización social, además de establecer relaciones entre sus propios programas (de trabajo y de desarrollo social) con los diferentes gobiernos (el federal, los locales y estatales).
Es de tomar en cuenta la naturaleza y vocación social que tienen todas las uniones de crédito, y la necesidad de lograr su plena consolidación y profesionalización; manteniendo una vinculación y arraigo comunitario, orientando sus servicios financieros a estratos de la población que normalmente no tienen acceso a la banca comercial, con mecanismos de ahorro y crédito diseñados en función a estas características particulares.
Actualmente, gracias al cumplimiento regulatorio y a los múltiples beneficios de la tecnología, el sector de ahorro y crédito popular puede ofrecer mayor seguridad, estabilidad y crecimiento a sus socios, hecho que ha de sumarse a la principal ventaja que tienen las UC sobre los otros mecanismos de financiamiento, incluida la banca: la precisión en el otorgamiento de crédito debido al conocimiento de su cliente. Es por ello que se debe aprovechar esa prudencia, sobre todo en el rango entre 2 y 20 millones de pesos, en donde los bancos no participan.